Bizancio, Constantinopla y Estambul. Tres nombres para designar a una misma ciudad a lo largo de su historia.
Esta bonita imagen de una difícil de captar luna creciente (sólo 22 horas de creciente) sobre la ciudad de Estambul, tomada desde la parte asiática de la ciudad, fue APOD hace unos días, aunque hasta hoy no la había visto.
Esta bonita imagen de una difícil de captar luna creciente (sólo 22 horas de creciente) sobre la ciudad de Estambul, tomada desde la parte asiática de la ciudad, fue APOD hace unos días, aunque hasta hoy no la había visto.
(c) Tunç Tezel
Lo que impresiona, más que su parte astronómica, es la belleza y riqueza histórica que encierra.
Más allá del Bósforo, y justo por debajo del creciente lunar, podemos ver el Palacio de Topkapi, residencia de los sultanes otomanos hasta 1853. A su izquierda, la preciosa iglesia de Santa Sofía, icono del arte bizantino convertido en museo en la actualidad.
Para completar la vista tenemos a la Mezquita Azul, a la izquierda de Santa Sofía. Su construcción fue ordenada por el sultán Ahmet I para competir en grandeza y belleza con su vecina Santa Sofía, eligiéndose para erigirla el lugar donde se encontraba el palacio de los emperadores bizantinos. Caben destacar sus seis minaretes y los mosaicos de azulejos azules de su interior, por los cuales toma su sobrenombre.
Más allá del Bósforo, y justo por debajo del creciente lunar, podemos ver el Palacio de Topkapi, residencia de los sultanes otomanos hasta 1853. A su izquierda, la preciosa iglesia de Santa Sofía, icono del arte bizantino convertido en museo en la actualidad.
Para completar la vista tenemos a la Mezquita Azul, a la izquierda de Santa Sofía. Su construcción fue ordenada por el sultán Ahmet I para competir en grandeza y belleza con su vecina Santa Sofía, eligiéndose para erigirla el lugar donde se encontraba el palacio de los emperadores bizantinos. Caben destacar sus seis minaretes y los mosaicos de azulejos azules de su interior, por los cuales toma su sobrenombre.