La necesidad de la visión lateral a la hora de realizar observaciones de cielo profundo es algo que conoce todo observador que se dedica a estos objetos. Este “tipo” de visión consiste en no mirar directamente al objeto en cuestión, sino hacerlo desviando ligeramente la vista, como si miráramos con el “rabillo” del ojo.
La visión lateral, que nos hace perceptibles muchos más detalles que la visión directa cuando la usamos frente al ocular, está fundamentada por los dos tipos de receptores que se encuentran en nuestros ojos: los conos y los bastones. Los primeros se sitúan en el centro del ojo y son los receptores del color, pero se necesita mucha luz para que trabajen correctamente; cuando las condiciones de luz decaen, entran en acción los bastones, que se sitúan más a la periferia y no perciben colores, por esto la visión nocturna es en “blanco y negro”. Aunque es una explicación sencilla y muy poco precisa, puede ayudarnos a comprender el efecto del que hablamos.
Un ejemplo claro y bien conocido de lo comentado con anterioridad lo podemos encontrar en NGC 6826, también llamada Blinking Planetary (Planetaria “Parpadeante”) de la 8’8 magnitud. Es uno de esos objetos de cielo profundo que aparecen “activos” en el ocular.
En el mismo campo que la dorada estrella doble 16 Cygni podemos ver una relativamente brillante nebulosidad verde-azulada de 26” de anchura rodeando a una estrella de la 10ª magnitud (SAO 31951). Si miramos directamente a esta estrella, la nebulosa desaparece por completo a nuestra vista, cuando usamos visión lateral, la planetaria surge de nuevo, ahogando el brillo de la estrella. El cambio de visión lateral a normal es lo que hace que la nebulosa parpadee. Este efecto “parpadeante” se puede apreciar con aumentos moderados en pequeños telescopios, pero se hace más espectacular cuando incrementamos su abertura. Hay también otras nebulosas planetarias que parecen parpadear, pero ninguna lo hace en este mismo grado.
No sólo las nebulosas pueden presentar este curioso y bonito efecto. Las galaxias son otro tipo de objetos que nos pueden sorprender gratamente en este sentido.
Pongamos por caso la galaxia NGC 7640. Espiral casi de canto, tiene una magnitud conjunta de 11’6, aunque su brillo superficial es de la 14’5 y tiene un tamaño de 11’ x 2.3’ .
“Descubrí” el efecto de esta galaxia cuando realizaba una observación con un refractor acromático de 150mm bajo un cielo no muy bueno. Estaba contemplando NGC 7662, también llamada Blue Snowball o bola de nieve azul, una planetaria de la 8’6 magnitud y que con aumentos parece una pequeña nebulosa de la lira de sólo 17” de arco (digna de verse), y decidí echar un vistazo a las galaxias que se encontraban cerca de ésta. Una vez localizado el campo y la estrella que se encuentra a su lado, no conseguía ver nada, lo que me sorprendió, ya que había visto otras galaxias más débiles y en teoría difíciles de ver. Cuando usé la visión lateral fue como si hubiera estado oculta y apareciera de repente. Era un bonito juego el hacer aparecer y desaparecer la galaxia a mi antojo.
Para realizar la observación de este objeto, que se encuentra en la constelación de Pegaso, necesitaremos una carta detallada. El otro objeto descrito (NGC 6826) se encuentra en la constelación del Cisne y, aunque se encuentra cerca de 16 Cygni, una carta detallada también es aconsejable para su localización.
Quedan todavía muchos más objetos de este tipo para que los “descubráis”, así que manos a la obra (al telescopio mejor dicho) y disfrutad el espectáculo.
La visión lateral, que nos hace perceptibles muchos más detalles que la visión directa cuando la usamos frente al ocular, está fundamentada por los dos tipos de receptores que se encuentran en nuestros ojos: los conos y los bastones. Los primeros se sitúan en el centro del ojo y son los receptores del color, pero se necesita mucha luz para que trabajen correctamente; cuando las condiciones de luz decaen, entran en acción los bastones, que se sitúan más a la periferia y no perciben colores, por esto la visión nocturna es en “blanco y negro”. Aunque es una explicación sencilla y muy poco precisa, puede ayudarnos a comprender el efecto del que hablamos.
Un ejemplo claro y bien conocido de lo comentado con anterioridad lo podemos encontrar en NGC 6826, también llamada Blinking Planetary (Planetaria “Parpadeante”) de la 8’8 magnitud. Es uno de esos objetos de cielo profundo que aparecen “activos” en el ocular.
En el mismo campo que la dorada estrella doble 16 Cygni podemos ver una relativamente brillante nebulosidad verde-azulada de 26” de anchura rodeando a una estrella de la 10ª magnitud (SAO 31951). Si miramos directamente a esta estrella, la nebulosa desaparece por completo a nuestra vista, cuando usamos visión lateral, la planetaria surge de nuevo, ahogando el brillo de la estrella. El cambio de visión lateral a normal es lo que hace que la nebulosa parpadee. Este efecto “parpadeante” se puede apreciar con aumentos moderados en pequeños telescopios, pero se hace más espectacular cuando incrementamos su abertura. Hay también otras nebulosas planetarias que parecen parpadear, pero ninguna lo hace en este mismo grado.
No sólo las nebulosas pueden presentar este curioso y bonito efecto. Las galaxias son otro tipo de objetos que nos pueden sorprender gratamente en este sentido.
Pongamos por caso la galaxia NGC 7640. Espiral casi de canto, tiene una magnitud conjunta de 11’6, aunque su brillo superficial es de la 14’5 y tiene un tamaño de 11’ x 2.3’ .
“Descubrí” el efecto de esta galaxia cuando realizaba una observación con un refractor acromático de 150mm bajo un cielo no muy bueno. Estaba contemplando NGC 7662, también llamada Blue Snowball o bola de nieve azul, una planetaria de la 8’6 magnitud y que con aumentos parece una pequeña nebulosa de la lira de sólo 17” de arco (digna de verse), y decidí echar un vistazo a las galaxias que se encontraban cerca de ésta. Una vez localizado el campo y la estrella que se encuentra a su lado, no conseguía ver nada, lo que me sorprendió, ya que había visto otras galaxias más débiles y en teoría difíciles de ver. Cuando usé la visión lateral fue como si hubiera estado oculta y apareciera de repente. Era un bonito juego el hacer aparecer y desaparecer la galaxia a mi antojo.
Para realizar la observación de este objeto, que se encuentra en la constelación de Pegaso, necesitaremos una carta detallada. El otro objeto descrito (NGC 6826) se encuentra en la constelación del Cisne y, aunque se encuentra cerca de 16 Cygni, una carta detallada también es aconsejable para su localización.
Quedan todavía muchos más objetos de este tipo para que los “descubráis”, así que manos a la obra (al telescopio mejor dicho) y disfrutad el espectáculo.