sábado, mayo 20, 2006

Pequeños trucos para la observación de los satélites artificiales

Se acerca el verano. Las noches son más agradables, oscurece más tarde y la gente se queda hasta tarde paseando o tomando el fresco en los parques, en sus patios o casas de campo. Muchas de estas personas que se relajan tumbadas en el frescor del anochecer verán unas luces “raras” en el cielo que aparecen y desaparecen sin previo aviso, siendo algunas veces muy luminosas: se trata de satélites artificiales.

Satélite Iridium (3)
Destello de dos satélites artificiales

A priori, pueden ser observados casi la totalidad de satélites artificiales lanzados por el hombre al espacio y que se encuentran orbitando a la Tierra, siempre y cuando se cumplan algunas condiciones.

La primera de ellas es buscarlos en las horas que siguen a la puesta del Sol o anteriores a la salida de éste. ¿Por qué en esas horas? Muy sencillo. Debido a la esfericidad de la Tierra, cuando el Sol se pone y se hace la noche en la superficie, a una mayor altura de nuestro planeta sigue siendo de día, llegando los rayos del Sol a iluminar estas zonas unas horas más. Los satélites, al reflejar esta luz solar (al igual que hacen los demás cuerpos del sistema solar), brillan de manera similar a como lo hace una estrella. A veces, si el satélite se encuentra en rotación, puede producir bonitos destellos al impactar la luz del Sol en sus paneles solares en cada rotación dada.

Satélite Iridium (2)
Satélite Iridium

Otra condición es que cuando miremos al cielo, el satélite en cuestión pase por nuestra zona de visibilidad. Esto no pasa siempre (esto no es del todo cierto, los satélites geoestacionarios siempre se encuentran en el mismo punto del firmamento y, aunque también se pueden ver, son otra historia) ya que los satélites artificiales siguen una órbita que les llevan a dar varias veces la vuelta a la Tierra en un día.

Pero, ante todo, lo principal es saber distinguir un satélite artificial cuando lo veamos en el cielo nocturno. Para ello, tengamos en cuenta lo siguiente:
  • Se parecen en brillo a las estrellas.
  • Se mueven por el cielo de forma muy parecida a los aviones, pero sin parpadear (a no ser que produzcan destellos de los que hablamos con anterioridad), de forma constante en su brillo y, al contrario que éstos, no hacen ruido al sobrevolar nuestras cabezas.
  • También, al contrario de los aviones, siguen unas trayectorias muy concretas: Oeste-Este, Norte-Sur y Sur-Norte (si vemos uno que se siga una de las dos últimas trayectorias podemos decir casi con seguridad que se trata de un satélite militar o meteorológico).
  • Al igual que aparecen, suelen desaparecer de repente, no decayendo su brillo paulatinamente, debido a que en un momento dado llegan a la zona de oscuridad total y su brillo se apaga por completo de forma inmediata.

Con estas pequeñas nociones, ya deberíamos ser capaces de diferenciar un satélite artificial en un cielo estrellado. Pero, una vez localizado ¿De qué satélite se trata? ¿Estoy viendo la ISS o un Iridium?

Satélite Iridium
Satélite Iridium en la constelación de Lyra.
Fotografía por T. Credner y K. Bagschik


Esto ya es más difícil de decir, sólo los observadores muy experimentados, y no en todos los casos, pueden diferenciar algunos satélites (aunque la ISS y los Iridium suelen ser fáciles). Una ayuda bastante buena la podemos obtener de la página web de Heavens-Above, en la que al acceder y poner las coordenadas de nuestro lugar de observación (contiene una inmensa base de datos de ciudades del mundo) nos da la hora de paso de los satélites que le indiquemos, el lugar por donde aparecen, máxima altura, brillo, etc.

Después de estas pequeñas indicaciones sólo nos queda una cosa: salir a disfrutar del espectáculo.